miércoles, 1 de abril de 2020

Carta 1

Es posible que en cada uno de los lugares en los que se busca, en donde se pierde, en donde se cree perder, siempre se logra un propósito. Ahora, perdido en aquello que se crea en la apariencia, en aquello que se logra a través de un recorrido, muestra la aspereza de lo que siempre ha sido una vida. Parece que fuese la confesión de un suicida, pero solo es un pequeño y enorme secreto de quien, a través del aprendizaje continuo, logra articularse en una sociedad en la cual se genera una sensación de satisfacción, donde es posible observarse toda especie de criaturas en sus facetas salvajes, y en sus menos, en aquellas llenas de similitudes.

Por ello encuentro placer en la búsqueda de un mí mismo, o tal vez, de uno montón, que puedan catalogarse como tal, o tal vez, no es una búsqueda en sí, puesto que lo único en lo que se es posible creer es la mixtura de los ojos que vigilan o cazan, que persiguen o son ofuscados por un depredador mayor. Es un ‘juego’, que inicia en la parte superior de la hoja y culmina cuando ya no queda nada por decir, ni siquiera, existe tal acción.

La lectura entre líneas se vuelve interesante, y por ello, cada esfuerzo por encontrar un lugar escondido entre cada letra, o en cada expresión, sea grande o mínima, se vuelve objeto y se afianza en la profundidad de un loco sentido de la lógica. Mientras que eso ocurre tal vez usted, Sr. Ardelean, aun considera ser testigo del mismo acontecimiento en el que años atrás, una mujer quedo aislada en el Hospital Psiquiátrico.

El aislamiento no es más que un profundo choque de trenes. Todo cuanto a su alrededor suena, es un simple murmullo de otra vida, incluso de otro significativo minuto fuera del alcance de la cordura. El aislamiento se vuelca sobre cada uno de los rincones de la razón, y sumerge a la chica en la profunda sombra de una vida de sensaciones y constantes placeres. Tal vez, es eso lo que lo lleva a usted a mirar de cerca, a observar con detalle que la vida no sugiere finales felices, o siquiera un final sin final. Muchas veces son desapercibidos los finales, otras, ni siquiera son pensados para que siquiera existan… es mucho más triste cuando se sumerge en las aguas de vidas de quienes jamás han estado a tu alrededor. Es curioso y a la vez intrigante, pensar lo profundo o lo alto a donde puedes llegar, queriendo abarcarlo todo o simplemente huyendo del mismo.


Parece ser que esta chica, esa diminuta historia, puede socavar tus íntimas pesquisas. Puedo estar en lo cierto al decir que su mirada se pierde en medio de su cabello enmarañado, negro y profundo, tanto como la mirada misma que te somete al escrutinio más recóndito. Sr. Ardelean, considere que en esta carta no tengo sino por decirle que espero su visita pronto, para que pueda llegar al hospital y visitar a esta querida mía, que tan pronto como lo vea, será satisfactorio para mí, tener su determinación y su única iniciativa para ayudarla y sacarla de su encierro. 

Atte.

Sr. A.